Me cansa, me aburre y me ofende, como socialista, como catalán y como
ciudadano de este territorio múltiple que algunos llamamos Estado, otros
catalogan como nación, e incluso algunos definen como patria, las gratuitas
declaraciones de nuestro estimado amigo Alfonso (¿o hay que llamarle Guerra?).
Me ofende extremadamente de que alguien (ni que sea Alfonso/Guerra) pueda
dudar de que otros puedan ser –o sentirse- catalanes y socialistas. De la misma
manera, pienso yo, que cualquiera pueda sentirse español, francés o sueco, y no
por ello dejar de ser socialista. ¿O acaso “algún” socialismo tiene patente de
corso y se es más o menos, en función de la nación a la que uno se adscribe?
Siempre he pensado que la identificación con un determinado territorio no
condiciona la ideología de una persona. Ni mucho menos. Ni tan siquiera la
identificación llevada a un punto más extremo (lo que suele llamarse
nacionalismo) es característico de una ideología concreta. ¿O no hay
nacionalistas de uno u otro territorio que se adscriban a determinada ideología
o a su contraria?
Pongamos algún ejemplo. ¿Es más o menos nacionalista aquel que defiende la
nación española, la alemana, la inglesa, o –dado el caso- la catalana, la
gallega o la andaluza? ¿Quizá para ostentar esta categoría, el territorio al
que se adscribe la nacionalidad deba tener determinadas dimensiones? Quizá la
paradoja esté en no reconocerle nacionalidad a determinados territorios, pero
entonces, ¿por qué darle categoría de nacionalista a alguien que defiende un
territorio, si no le damos al territorio tal categoría?
Y siguiendo con los ejemplos, ¿desde
cuándo el nacionalismo responde a una ideología concreta? Yo –al igual que
muchos más- conozco o reconozco a acérrimos nacionalistas ideológicamente
situados muy a la derecha. O, ¿dónde
deberíamos colocar a una extrema y rancia derecha que está –que sigue-
defendiendo una determinada nación española (por ejemplo)? O, en el otro
extremo, ¿no es cierto que desde postulados radicales de la izquierda algunos
movimientos han defendido, y siguen defendiendo, territorios muy concretos? ¿No
es irrefutable que la derecha y la izquierda comparten postulados identitarios
a la hora de defender el territorio con el que se identifican, sea éste de la
extensión que sea? ¿Porqué pues identificar la defensa de un territorio con la
ideología (derecha o izquierda) en función de los intereses de cada cual?
Otra cosa muy distinta sería priorizar las ideas a la identidad nacional, o
viceversa. Pero ésa es otra cuestión…y otra discusión.
¿A qué viene, pues, la sandez manifestación de que el PSC no es socialista
porque está defendiendo los postulados del nacionalismo catalán (cosa
absolutamente falsa)? ¿Qué decir, con estos mismos argumentos, de los
socialistas que defienden otro tipo de nacionalidad, y por tanto de
nacionalismo? ¿Ésos, o algunos de ellos, están legitimados para defender su
identidad, e incluso para deslegitimar la de los otros? Y mientras tanto los
otros no pueden, siquiera, discrepar de los unos.
Es, sencillamente, un cansino sinsentido que empieza a cansar, a aburrir,
y, lo más grave, a ofender (y mucho), viniendo de quien viene.
Tan difícil no ha de ser (para una persona progresista, abierta y
tolerante) la aceptación y el reconocimiento de la diversidad. El respeto a la
diferencia es la clave y la base de la
convivencia.
Si somos capaces de asumir que en nuestra propia familia (enraizada por
verdaderos nódulos genéticos) existe la diversidad; si asumimos que nuestros
vecinos (con los que convivimos armoniosamente) son diversos; si aceptamos que
los pueblos (históricos núcleos de convivencia) son plurales; si reconocemos la
diversidad de las partes que conforman cualquier todo, ¿cómo negar el
reconocimiento de la pluralidad a los territorios que componen un país (se le
llame a éste como se quiera)?
Y defender la pluralidad no es sinónimo de apuntarse a un nacionalismo mal
entendido, y mucho menos de haber renunciado a los principios del socialismo
democrático.
Seguramente algunos de los que tanto critican el nacionalismo de los otros
(y no soy yo quien los defienda, estando al pairo de cualquiera de ellos),
deberían mirarse al espejo y, en un acto de sinceridad, definir lo que están
viendo. Si fuesen tan sinceros como vehementes, quedarían sorprendidos.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada